ICISA

Nuestra historia

Corría el invierno de 1997, era un día sábado de lluvia pertinaz, en la televisión Marcelo Ríos jugaba Roland Garros y en las Diademas Norte, un equipo de tres personas: Jim, Hugo y Juan Carlos más un par de voluntarios, intentaba cambiar el rostro frío y gris de un local destruido por el tiempo y la carencia de limpieza.
En su pasado dicho sitio había sido lavandería y las huellas de dicha función parecían nacer por todas partes. Aquel día dábamos inicio de manera oficial al local uno donde comenzó nuestra iglesia. Ya no se lavaría más ropa en dicho lugar, los muros servirían como testigos para que la gente cambiara de actitud delante de Dios y lavase las huellas que el pecado produce en el corazón del hombre a través de la obra de Jesús en la cruz.
Avenida Milagros
Desde el principio nuestro trabajo ha estado lleno de situaciones desafiantes. De partida dicho local estaba en venta, no teníamos recursos ni siquiera en la imaginación para pretender comprarlo. Mucha gente nos aconsejó que por nada del mundo nos fuésemos a dicho sitio pues era lugar de desorden y otras cosas, pero para nosotros resultaba el lugar ideal -Dios tenía planes al respecto- El líder del equipo en ese tiempo, Jim, había recibido hacía poco tiempo el dinero de su jubilación, desde que vio el lugar creyó en su corazón que debía dar pasos de fe, en el proyecto en el que estábamos involucrándonos.
Después de establecer un principio de acuerdo con su esposa Chelita, inició las negociaciones con los dueños de ese sitio, las cuales llegaron a feliz término. Es decir, en tiempo breve teníamos un sitio propio para anunciar las Buenas Noticias del evangelio a la comunidad.
A través de este hecho Dios estaba mostrando compasión con quienes partíamos, abriendo los ojos de nuestra fe, cualidad fundamental e importante para dar luz a nuestra gestión de servicio. Una y otra vez hemos tenido que reconocer a Dios en medio de situaciones difíciles de resolver, él ha estado con nosotros y él ha sido el responsable de nuestro crecimiento espiritual como físico.
Pronto comenzó a venir la gente. Recuerdo que antes de empezar nuestro trabajo, realizamos una encuesta en Ciudad Satélite, para descubrir las principales necesidades. Los datos profesionalmente procesados enviados a la municipalidad, para el uso que quisiera dársele, arrojó mucho matrimonio joven, hijos creciendo solitarios, ancianos sin mayores opciones de vida, grupos importantes de convivientes intentando una vez más surgir como familias, nos dimos cuenta que el trabajo no sería fácil, esas mismas personas constituirán en el tiempo nuestras redes y también nuestra comunidad de creyentes, nuestro valor provenía del hecho de saber que Dios estaba con nosotros.
Crecimiento sostenido
Cuando concluyó el año dos mil, nuestra iglesia tenía una carencia de espacio enorme. La iglesia había crecido no solo en número sino también en responsabilidad. Nos dimos cuenta que Dios estaba una vez más desafiando nuestra fe. Era imposible seguir en aquellas condiciones. Un domingo por la mañana, conminados por quién predicaba, todas las manos se unieron y fueron puestas sobre el muro que estaba a nuestro lado y que daba a un local tres veces más grande que el que teníamos hasta ese instante.
Nuestra oración conmovió una vez más el corazón de Dios, el cual motivó a mucha gente a dar y participar en el desafío de comprar un nuevo local.
Al igual que el primero resultaba un reto enorme a nuestra fe, sin embargo los antecedentes anteriores nos permitían abrigar confianza en el corazón, si Dios estaba con nosotros el lugar sería nuestro.
Un año después estábamos en aquel lugar. Anecdótico resultó descubrir la carta de un vecino en el diario El Mercurio acusando al alcalde de la comuna por comprar dicho local para nuestra iglesia. Era una falacia, una mentira destructiva que buscaba impedir nuestro progreso como comunidad. Fue un año de mucho trabajo, la gente iba y venía trayendo ayuda en diferentes formas. Se logro el objetivo, se renovó el lugar, tratando de diseñar algo más cómodo y completo.
Nuestra obra en la actualidad
Trabajamos con personas, compartir con ellas los principios fundamentales del evangelio es nuestra meta, que cada creyente comprenda que existe un propósito en su vida, no somos seres humanos que piensan que existimos por casualidad, estamos en este mundo por su voluntad y para su propósito, descubrir este hecho resulta fascinante pues promueve en el corazón del hombre una respuesta sólida a su necesidad de significado.
Durante 26 años hemos visto llegar muchas personas sedientas de consideración, con vacíos enormes en su alma, cargando un pasado de frustración y amargura, el poder de la cruz se ha manifestado en ellos y sus cambios han resultado sorprendentes. No hemos hecho nada nosotros, todo lo ha hecho Jesús, él es quien cambia y transforma la vida de las personas.
Como lo ha hecho con otros también lo puede hacer contigo.
¡Te invitamos a conocer nuestro amigo Jesús! El cambiará la visión de tu vida.

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